La pandemia ha acelerado algunas tendencias globales, como la digitalización, mientras desacelera otras, incluidas las emisiones de gases de efecto invernadero.  Esto ha provocado cambios abruptos en las prácticas laborales, en las formas de accesos a educación y salud, entre otros. Al hacerlo, ha aumentado aún más muchas desigualdades. Ejemplo de ello, es que, según  lo reportado por el Departamento Nacional de Estadística DANE, en 2020 la pobreza multidimensional se ubicará en el 18,1% aumentado un 0,6% frente al año 2019.

El panorama es mucho más desalentador si se analiza para cabeceras y  centros poblados y rurales dispersos. Donde para las cabeceras la cifra del 12,5% para 2020 y para centros poblados y rural disperso se ubica en 37,1%. Es decir, el porcentaje de personas en situación de pobreza multidimensional en centros poblados y rural disperso fue 3,0 veces el de las cabeceras.

El papel de las TIC en la reducción de la pobreza no se limita a reducir la pobreza de ingresos, sino que también incluye dimensiones no económicas. Precisamente, las cifras de pobreza multidimensional responden a esa lógica. Donde de acuerdo con los resultados podemos observar como producto de la pandemia la inasistencia escolar en 2020 se ubicó en el total nacional en 16,4%, y que, si desagregados en cabecera, el porcentaje se ubica en 12,4%. Mientras que en centros poblados y rural  disperso es del 30%.

Reflejando la situación de no contar con habilitadores básicos  tales como accesos a internet y dispositivos electrónicos (teléfonos inteligentes o computadores) y de estrategias realizadas como respuesta al confinamiento nacional por parte de los establecimientos educativos (tales como plataformas virtuales, aplicaciones web o  llamadas.

Los desafíos

En estas circunstancias, los países en desarrollo deberían adaptar y utilizar deliberadamente la automatización para aumentar la productividad, promover la diversificación económica y crear puestos de trabajo. Preparar a las personas, las empresas y las instituciones para tales cambios puede limitar los efectos negativos sobre la desigualdad.

Al perseguir estos objetivos de política, los países en desarrollo, tales como Colombia, de acuerdo con la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo deberán superar una serie de desafíos:

• Cambios demográficos: los países de ingresos bajos y medianos bajos suelen tener poblaciones más jóvenes y en expansión, lo que aumentará la oferta de mano de obra y lo que incidirá en la baja de los salarios, y a su vez reducirá los incentivos para la automatización.

•  Menor capacidad tecnológica y de innovación: los países de bajos ingresos tienen menos personal calificado y dependen en gran medida de la agricultura, que tiende a ser más lenta para aprovechar las nuevas tecnologías.

•  Diversificación lenta: los países en desarrollo suelen innovar emulando a los países industrializados, diversificando sus economías y absorbiendo y adaptando nuevas tecnologías para uso local, pero este proceso es más lento en los países más pobres.

• Mecanismos de financiación débiles: la mayoría de los países en desarrollo han aumentado sus gastos en I + D, pero aún son relativamente bajos. Colombia, por ejemplo, ha establecido un objetivo de meta del 1,5% del PIB en inversión en actividades de ciencia, tecnología e innovación para 2022, pero para 2020 la cifra se ubicó solamente en solo 0,83%

• Derechos de propiedad intelectual y transferencia de tecnología: una estricta protección de la propiedad intelectual restringirá el uso de tecnología de vanguardia.

En la siguiente entrada, analizaremos las acciones en materia tecnológica que se vienen impulsado en el país para la reducción de la desigualdad.