La situación sanitaria que afectó al mundo el año pasado transformó la forma en la que vivimos, trabajamos y socializamos; por su puesto la seguridad informática no fue la excepción. Las empresas y los usuarios se han visto forzados a adaptarse a un nuevo paradigma donde predomina el distanciamiento social y el uso de tecnología para mantener el contacto, razón por la cual el trabajo remoto se ha convertido en el eje central de numerosas compañías.
Solo en Colombia, según cifras del Ministerio de Tecnologías de la Información y las Comunicaciones, antes de la crisis de salud pública existían cerca de 122.000 teletrabajadores y era una política que solo las organizaciones más progresistas implementaban como un beneficio adicional para sus equipos. El 24 de marzo del 2020 ese número se incrementó instantáneamente a millones, y durante los últimos meses ha sido la principal manera en la que funcionan miles de empresas.
Sin duda, el 2020 le dio un giro de 180° a esta tendencia y, aunque es imposible predecir lo que sucederá más adelante, está claro que el trabajo remoto se ha convertido en la forma en la que en muchas organizaciones seguirán funcionando. Sin embargo, los ciberdelincuentes están sacando provecho de estas situaciones para encontrar nuevas brechas de seguridad tanto en la propia infraestructura de la empresa, como en los usuarios.
Según un informe realizado por la Cámara de Comercio de Informática y Telecomunicaciones, Colombia recibió el 30% de los ataques de ransomware en Latinoamérica en el último año. Dicho porcentaje parece elevado si se compara con los de Perú (16%), México (14%), Brasil (11%) y Argentina (9%). El informe también revela que el 83% de las empresas del país carecen de protocolos de seguridad para la protección de la información.
Las cifras hablan por sí solas, las vulnerabilidades existen y es cada vez más importante articular una estrategia robusta de protección, que contemple la seguridad desde un punto de vista de multicapa, es decir, una seguridad integral que sea capaz de responder diariamente a amenazas nuevas, desconocidas y altamente complejas. Tal como sucede con los Procesadores Ryzen PRO, los cuales proporcionan un enfoque de varias capas, debido a que incorporan defensas en todos los niveles, desde el silicio hasta el sistema operativo, con el fin de garantizar las funciones de seguridad. La tecnología de cifrado Memory Guard, característica exclusiva de este tipo de procesadores y habilitado automáticamente en las PC Microsoft Secured-Core, ayuda a activar la protección de datos e identidad en caso en que se pierda o roben el computador.
Es crucial tener soluciones que, desde el diseño, cuenten con este tipo de características, razón por la cual el mercado ofrece computadores con procesadores que puedan proteger la integridad de los datos de las empresas, evitar periodos de inactividad y reducir el consumo excesivo de recursos.
Para mantenerse en constante evolución y delante de las amenazas, los equipos de TI deben brindar a los clientes finales soluciones integradas de hardware y software que ofrezcan innovaciones pensadas para blindar todo el sistema. Este tipo de tecnología es indispensable ahora que la información confidencial personal y comercial son un objetivo más atractivo para los ciberdelincuentes
Es por esto que, en el sector vemos que compañías como AMD combinan características de seguridad basadas en hardware y protecciones de software asociadas, con el objetivo de blindar mejor a los usuarios contra un gran número de ciberataques, incluidos los más sofisticados firmwares de bajo nivel.
Ante amenazas innovadoras, es necesario contar con soluciones disruptivas; la seguridad es un factor crucial para proteger la información de la compañía y de los usuarios, esto se vuelve aún más relevante en el contexto actual. Por eso, las compañías tecnológicas deben pensar en soluciones que garanticen protección desde su diseño.
Escrito por:
Mónica Casas, Gerente comercial cliente Final de Sur América habla Hispana AMD
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